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Fue el camino de peregrinación más popular durante 2 siglos. Miles de peregrinos que se desplazaban a lo largo del año desde muy diferentes puntos de la geografía española pasando por el centro de nuestra localidad.
Denominados en aquella época “caminos reales”, vías de comunicación que pertenecían al rey y que por tanto no podían ser enajenadas, ni roturadas, ni invadidas.
Tiene dos orígenes : Madrid y Titulcia ( Toledo / Aranjuez ). El trayecto desde Madrid suma 257 km en total, pasando por Alcorcón, Móstoles y El Álamo, entre otros municipios, antes de unirse con la variante de Toledo en La Mata.
Desde la Mata viene hasta Talavera de la Reina pasando por Alberche, Calera y chozas, Oropesa, Alcolea de Tajo, Puente del Arzobispo, Villar del Pedroso, Carrascalejo y Navatrasierra.
Esta ruta, ya utilizada como vía de comunicación por los romanos y más tarde por los árabes, tuvo un papel determinante a partir de la construcción del monasterio de Guadalupe en el siglo XIV, fundamentalmente en las peregrinaciones que lo unían con Castilla, fue una de las rutas más frecuentadas desde la Baja Edad Media, teniendo su mayor apogeo entre los siglos XV y XVI.
Múltiples viajeros ilustres fueron dejando constancia, en distintas épocas, de los lugares que recorrieron y visitaron en sus largos viajes por el Camino Real; aquellos parajes, veredas, ventas y villas que componían el trazado histórico de nuestra ruta y que han sido de gran utilidad para, trasladándolos y adaptándolos en la medida de lo posible, reconstruir el Camino.
Alfonso XI y su hijo Pedro I favorecieron la creación del Priorato Secular de Guadalupe y la construcción de un Santuario para peregrinaciones, afianzando así esta ruta, con hospital, colegios, hospedería y otros servicios.
Serían los Reyes Católicos los artífices de la consolidación del Camino Real, se cuentan como dieciséis las veces que la reina viajó hasta Guadalupe, de las que al menos en siete ocasiones utilizó este Camino.
La designación como Camino Real se consolida en la España de los Austria, por haber sido protegido y utilizado por sus diferentes monarcas.
Llegaron en peregrinaje personalidades religiosas, como San Pedro de Alcántara, Santa Teresa de Jesús, San Francisco de Borja… Y de otra índole, como Cristóbal Colón que trajo aquí a bautizar a los indios Cristóbal y Pedro, o posteriormente Miguel de Cervantes, quien vino a ofrecer sus cadenas a la Virgen tras ser liberado de las mazmorras de Orán.
Así fue que hasta finales del siglo XVII conservó Guadalupe su carácter peregrino y de centro espiritual del reino, pues gozó del aprecio de la casa de los Austrias.
Ha llegado el momento de rescatar y difundir el Camino Real de Guadalupe, como algo nuestro y heredado y como tesoro de todos nuestros pueblos.